Las personas solemos encasillar, apostillar y resumir en una o dos palabras la existencia de los que tenemos enfrente pero a la persona que hoy rindo homenaje no me deja simplificar…

DE GUATEQUES Y ENCUENTROS.   

Eran mediados de los sesenta cuando un grupo de amigos formaron el primer grupo musical de Santisteban. Bien parecidos, espigados, pelazos, trajes negros con sus respectivas corbatas o pajaritas según el canon de etiqueta de la fiesta. De uno ya escribí, el otro es muy reciente, así que hoy toca el guitarra, el de las gafas.

  Al hombre se le complicaron los problemas de visión y si lo observabas de frente, las gafas no sobresalieron nunca por los extremos de su cara. Era, cuestión diferente cuando su silueta de perfil vieras. Cristales gruesos, pesados, abombados. Más parecidos a dos arrobas que a culos de vaso. Eso por ahí, pues debajo de su nariz, la gran franja de pelo estilo Del Bosque, Guardia Civil o Autobusero hacían del conjunto algo parecido a un Rompetechos alto, uno ochenta medía el bicharraco. Y menos mal que la moda pasó, el bigote se lo perfilo al igual que los avances en el arte de hacer quevedos mas finos y ligeros.

Allí «arribones» tenía su local cerca de donde está hoy la residencia, la puerta siempre con torres de cajas en el rincón. Que yo recuerde, fue de los primeros supermercados, recóndito, profundo, triangulado al igual que aquél ayudante jovencito que más que delgado parecía una raya en el agua, un arañazo de gato. Puerta y caja quedaban al principio,en lo más ancho, lo recuerdo perfectamente. Allí mandábame mi madre a por Ligeresa, mortadela o lentejas, lo que fuese, pero obligado a pausar los juegos con sus hijas en la Plaza. Entonces parecíame una putada, hoy no, pues desde muy pequeño pude conocer a ese hombre simpático y afable

Mas tarde la familia quiso prosperar y junto a su mujer abrieron la zapatería Mayte, de esas que al final tenían lo mismo que una de la ciudad pero con la ventaja del -ya te lo pago luego- como otros muchos negocios del pueblo y que no recordamos cuando nos viene todo rodado y decimos –adiós y hasta luego- pero si llegan flojas también decimos -anda porfa-.

Pasaron los años, y lo único que cambió fueron sus cristales y su bigote, la sonrisa nunca la perdió, ni su implicación, ni su colaboración en todo lo que tuviese que ver con las tradiciones y con los vecinos de éste pueblo arrinconado por los cerros, jamás lo vi enfadado, jamás lo vi tratar a nadie con la punta del zapato…

 Después mudó el negocio allí «abajones», donde Cristo perdió las chanclas o dio las tres voces. Supo ver que con el tiempo aquel barrio quedaría más poblado, no erró en su visión además de dar más puestos de trabajo. Eko-max, Mini-más o El Triángulo De Las Verduras, daba igual de cómo bautizara el local, de qué color pintase las fachadas porque para todos seguiría siendo -Lo de Anchuras-.

  Pedro Medina era una persona que daba todo por nada, íntegra, creyendo a pies juntillas todo lo que decía. Para todos tenía buenas palabras…                                                                             

  …Su cofradía, su Amargura, su Nazareno. Sus golpes sobre la madera con el frío mañanero de Viernes Santo en la Plaza silente… las palabras que año tras año esperaban todos los santistebeños y que no hace falta ni que las miente, todos las conocemos…El Encuentro…

                                                                  

  Se fue muy pronto, pero allá estará tocando con Los Santis o paseando por esos prados verdes con el Hijo de la mano para llevarlo al encuentro de su Madre…

Una vez ensayando con el trono del Nazareno en aquellos inviernos fríos me dijiste -El recordar a quien no está con nosotros es hacerlo presente-. La frase, que a fuego se me grabó hoy la utilizo contigo, para evocar y rememorar lo buena persona que fuiste.