HUEVOS GRANDES, HUEVOS GIGANTES
…En aquellos años en los que uno iba a hacer la primera comunión vestido de cartujo si eras niño o de profesa si eras niña, faltole tiempo a la chiquilla para que una vez tragada la hostia salir corriendo cuesta abajo y quitarse los sayos para montar junto a su padre el caballo.… Así me lo contó muchos años hace ya su madre pero que aún hoy recuerdo, que la familia me corrija si yerro. Y no me extraña lo de las sotanas, si para tragar el cuerpo de Cristo se tuviese que ir hoy en día vestido cual férreos practicantes directos al monasterio…yo también saldría corriendo…. Comencemos.
―La Chari ―aclara uno.
―¿Qué Chari? ―pregunta de segundas el otro
―Pues quién va a ser… La Chari ―Aclara el uno con las palmas de las manos hacia arriba, como diciendo -no te enteras-
―¡Ah…! Calla calla ―por fin vislumbra el otro con las cejas arqueadas a quién se refiere el uno. A ésa Chari que no le hacía falta mote ni apodo, ni siquiera el de Chocolata.
Andares pesados aunque rotundos y concluyentes. Camisa remangada marrón a cuadros amostazados, pantalón de pana a juego si hablamos del invierno o si refrescaba por Sierra Morena. Loneta campera si nos vamos al verano o apretaba Apolo por el campo o la foresta, pero el pantalón, fuese del material que fuera, siempre bien atado con aquél cinturón de cuero que más que cinto aquello parecía alforja de aventurero por el Amazonas colgando con todas las llaves, de todo el pueblo, si la tuya perdías lo único que tenías que hacer es buscarla que de seguro ella copia tenía. También colgaba el “movilain” de teclas, de aquellos de kilo y medio que lo mismo valía para llamar que para partir almendras. Navaja escondida en la canana marrón que de seguro se hizo en cualquier noche de espera… Pelo corto ondulado siempre y cerrando la estampa, botas Segarra aceituneras…también siempre y qué, para ser honestos y sensatos, cualquiera que viniese de allende, que no fuere del pueblo y observara el conjunto de la persona pensaría ―ésta mujer viene de quemar ramón o acaba de soltar la azada de cabotear las habas― pero los que la conocimos como vecinos de Santisteban, familiares y amigos de media España, sabíamos “enjuiciar” a ésa mujer vestida con ropa de hombre, y bueno, volviendo a ser honestos y sensatos, ésa mujer que vestía como le salía de sus santos ovarios o sus divinos cojones. Lo importante es que era hábil, perseverante y tenaz. Tres adjetivos envidiables pero que un servidor los metería en la canana de su navaja, los agitaría con fuerza para unirlos en amalgama y volcar sobre una mesa de bar el que me viene ahora a la mente…Inteligente.
Además de inteligente añado otra virtud, valiente. Supo la persona sacar negocio donde mojigatos todos, a su lado seríamos miopes y que aún hoy, nos daría miedo como por ejemplo montar una granja de avestruces en el pueblo, ahí, con dos cojones ―para qué arrendar un trozo de tierra en su hábitat si al lado del Charnaque tengo yo un terreno donde meter ochenta bichos simpáticos de ésos― pensaría la mujer, o mejor dicho, lo pensó y lo materializó.
Su trabajo en el campo, comidas u organizar monterías siguiendo primero el juego de aquel mundo reinado por hombres “hechos” y con muchos “arrestos” que nada fácil tuvo que ser en los comienzos, pero después todos cantarían “su canción” y al son. Y si cualquier melendrín en cualquier día de tratos o de lance se atrevía ser flamenco, ella se lo cantaba por soleares, y si el flamenco pedía más, le cantaba por palos más viejos. A su chepa no se subía nadie.
Comidas con familiares y amigos en El Vaquerizo o en el Arroyo los Cepos en aquella sartén que lo mismo sirvió para migas y calderetas que a Torquemada para quemar herejes. De seguro que en herencia se la dejó. Sus revueltos de huevo de avestruz… con uno, comían diecisiete mojando “sopitillas” o “sopetillones”. Persona buena, cercana, amiga, protectora, luchadora…noble, luchaba por tí si la querías. Sin miedo a nada ni frente a la vida que siendo al resto diferente supo a fuego marcar su nombre en los recuerdos. Daba igual si fueron hombres, mujeres, familia, mozos, mozas… tan líder era ella que la seguías como Sherpa por la nieve, como Tuareg por el desierto. Donde pisaran las suelas de sus botas aceituneras allá pisaba el resto. La Chari, con la que nadie podía, ni siquiera la vida.
Agradecimientos:
Sara Martínez Herrera
Maritoni García Jimenez
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Al leer este relato, con el que nos regala magistralmente Emilio Parra, sobre la vida de nuestra entrañable y siempre recordada Chari, no he podido evitar, que mis ojos se humedecieran durante la lectura sobre lo escrito por Emilio Parra sobre aquella Gan mujer, con la que me congrtulo de haber tenido el honor de conocer. CHARI, es merecedora de que en algún lugar de Sierra Morena, le fuese erigido un monumento «a la mujer», que tanto hizo por el campo y principalmente por la caza.
Desde aquí, soy el primero en apuntarme a esa idea. A ver si cunde.
Muchísimas gracias por tus palabras.
Perfecta y cercana descripción de Chari, la realizada por Emilio Parra, completada por los comentarios precedentes.
Durante 4 años fuí profesor en el Instituto de Santisteban, y pude apreciar que la «Universidad de la Vida» enseña reflexiones tan sorprendentes como la anécdota que me ocurrió con ella, cuando comentábamos sus éxitos empresariales frente a otras personas «más leídas». Su comentario no tiene desperdicio «Primo, desengáñate, todos los que estudiáis, es porque no servís para otra cosa».
Evidentemente no puedo de estar de acuerdo con esta afirmación, porque una buena formación es imprescindible, pero puso en valor que la capacidad de emprender, el éxito en los negocios, el cariño de los amigos, tienen muchos ingredientes, que solo las personas muy especiales saben cocinar.
Muchas gracias
Chari o la Chari, son de las personas irrepetibles y que la Vida te ha dado la oportunidad de tratar. Esa misma Vida, que luego nos la arrebata, pero que al tiempo con la pérdida, nos hace ver la grandeza y la intensidad de los momentos vividos a su lado.
Persona vitalista, cercana, desprendida, recta, pero sobre todo buena. El hecho de recordarla con estas líneas, es significativo de que no se ha ido, ya que su aroma a Sierra, el sabor de sus guisos, el sonido de su voz, su imagen campera y la calidez de sus encuentros seguirán acompañandonos mientras la Vida quiera.
Gracias por tus palabras
Siempre en mi ❤ el día que cogió el cuadro mejor dicho la noche del lunes de pentecostes nos hizo unas migas de harina co todos sus ingredientes ➕ su cerveza y correspondiente vino un crack y a la vez como mujer que era organizaba la 1° comida en su mayordomía.
Comadre con su padre tranquilo y sensato era, lista en el 🌅 ella atendió su compromiso con el cuadro de nuestra virgen del Collado.
Fue ÚNICA
Muchas gracias M.Carmen