DE PERDIGONES, CABREROS Y BUTRAGUEÑOS.

Más alto que su inseparable primo, y con el pelo muy negro, bruno, azabachado. Cejas gruesas y bigotillo incipiente desde que yo recuerde.

En la escuela, inteligente y aplicado, con su mano izquierda los lapiceros y bolígrafos bien agarrados mientras que con la diestra apuntaba sobre la libreta lo que dijesen los docentes, y si la atención tocaba prestar al encerado, sus manos seguían sosteniendo los lapiceros como tesoro mimado.

Fútbol, uno de sus entusiasmos, buen jugador que a diferencia de otros a la hora de hacer equipos en el campo amarillo térreo del colegio era de los predilectos, valor seguro como delantero centro y sin apenas fallos en el juego, siempre marcando tantos.

Inviernos de rebusca para poder comprarse sus primeras JotaJaiber ( J´hayber) y veranos calurosos cortando tubos en la calle Árbol, junto a su primo el inseparable para tener cada uno su biciclo y que aún hoy por lo que me cuentan, siguen rodando.

Poco amante de las trastadas y serio en cosas de ésas que a diferencia del resto deambulábamos por las calles del pueblo después del colegio y a la bajada de la Guaría, o de cualquier sitio de interés lozano, en vez de seguir recto cuesta abajo doblábamos a la derecha, hacia su barrio por Buenaventura para luego buscarlo entre la calle Pilarejo, Industria o Árbol que es donde siempre con su primo Miguel de portero estaban pataleando el balón de reglamento, uniéndonos al juego hasta que el galimatías de niños a los vecinos fastidiaba , fin del partido, cada uno a su casa por las buenas o por las malas.

Recuerdo cuando fuimos de viaje de Octavo. Salou, Barcelona, Monserrat y Andorra que allí sin impuestos, Miguel, su primo y un servidor nos compramos el mismo Walkman, un Casio gris y negro si mal no recuerdo, el mismo que consumía más pilas que un tractor cargado y cuesta arriba, que si te aventurabas a subir el volumen, rebobinar o adelantar la cinta te quedabas sin energía . No llegaba a reproducir ni una mísera cara.

Todos fuimos creciendo, y en la adolescencia, como ocurre en todos lados, la jauría se va conformando, moldeando en grupos más pequeños, las primeras salidas a tomar algo, las primeras novias y los primeros besos aunque en el instituto, entre recreos y asuetos bajo el gran árbol que daba sombra al banco metálico de color blanco, charlábamos todos juntos de lo propio que toca en ésos años; exámenes, profesores, las chicas y chicos de los pueblos de al lado, fútbol, caza y baloncesto junto a la música que canjeábamos en cassettes ilimitadamente regrabados.

Desde chico tuvo amor por la sierra y la caza, como es lo normal en éstas tierras, y desde enano junto a su siamés Miguel, de lances iban cada vez que aparecía por Santisteban su tío Emilio de Villarreal. Los nenes, acompañando al de Castellón con la escopetilla de plomos pateando cordilleras ¿qué esperaban cobrar a base de perdigones del cuatro y medio?…

…Y ya, más hechos, con sus costumbres ya forjadas, su ritual, siempre el mismo cuando rumbo tomaban él y su primo hacia la foresta, que no era otro que en cuanto arrancaba el coche, lo primero que tenía que estar metido no era la escopeta, ni la primera, era el cassette de El Cabrero cantando por fandangos de Huelva, tanto a la ida como a la vuelta. Y no crean ustedes que lo ceremonioso terminaba ahí, pues al regreso los tres, Cabrero, él y Miguel consumir unas cañas en el Libra de obligado cumplimiento era, o si nos vamos a los chanteos, en tiempos de estío donde el calor aprieta, la cerveza se tomaba en su patio, bajo la parra, a la fresca.

Por condición dijo que para ser mozo también lo tendría que ser también su primo Miguel, y así, en la mayordomía noventa y siete noventa y ocho, la que tantas críticas infundadas soportó, aquella que cogió el Nazareno, aquella con más compadres y comadres que Vivas tiene nuestra Patrona la santa madre de Dios, pudo disfrutar del Cuadro desde dentro y compartir con la nueva familia las alegrías que acarrea. Lo vivió, y mucho, según me cuentan algunos amigos como Don Benito Vicent.

Se fue pronto, demasiado, pero aquí no estamos para entrar en eso, sino para recordarlo como persona, amigo y santistebeño. Quizá a muchos no les suene su nombre, que la bruma espesa del olvido impida que el recuerdo a la mente os acuda y por eso hoy, aquí escrito lo plasmo.

Orgullosos tienen que sentirte desde padres, hermana, primos… tíos lejanos, pues quien lo conocimos sólo podemos decir de Pedro González Galdón que fue una persona buena, o mejor dicho, CARIÑOSA Y EJEMPLAR.

Agradecimientos:

Miguel Rus Galdón.

Anabel Rus Galdón.

Benito Vicent.

Diego Blasco Represa.